'Conociendo a... Susanna Herrero'

Ahí va mi presentación oficial.

Si esto fuera la película de Regreso al Futuro, marcaría en el Superdelorean (en realidad, solo Delorean, el súper lo he incluido yo) una fecha del pasado, digamos año 2005, por ejemplo, y buscaría a mi yo de esa época, tan inocente y sin saber nada de lo que quería ser de mayor (y eso que ya era mayor) para darme un mensaje. Sería algo así: «Haz lo que llevas deseando hacer desde que tienes recuerdos. Escribe. No tengas miedo a las letras. No tengas miedo a dar una parte de ti».

¿Y por qué me diría eso? Porque leo libros desde que tengo uso de razón, desde que me pasaba horas y horas encerrada en mi habitación con mi primera versión de La Historia Interminable, era una versión en la que el color de las letras se alternaba en cada capítulo, y ninguno era negro.

He crecido con tantísimas novelas increíbles que fue inevitable que mi pequeño (o inmenso) mundo interior se llenara de historias de piratas, mundos fantásticos, hadas, vampiros, superhéroes… Aunque con esto aún no me he atrevido, pero tiempo al tiempo, porque es mi pasión. Bueno, y con lo otro, con la literatura romántica no fantástica, no me atreví hasta hace muy poco. Y tampoco se puede decir que fue un atrevimiento: fue una explosión. Sara, Oliver y Adam explotaron en mi cabeza y tuve que dejarlos salir; no me quedó otra alternativa. 

Y entonces nació mi primera novela: Los saltos de Sara. El caso fue que explotó tanto que tuve que dividir la historia en cuatro libros. Pero esa… es otra historia (Os suena esta frase, ¿verdad? Sí, es de La Historia Interminable).

Luego vino la decisión de publicar… que fue la que más costó. Porque asusta. Claro que asusta. Pero ¿sabéis qué? Ha sido una experiencia alucinante. Por eso lo de la máquina del tiempo. Para volver al pasado y no permitirme a mí misma dejar aprisionadas todas estas historias dentro de mi cabeza durante tantos años. Habría empezado a disfrutar antes.

Si alguien por ahí parecido a mí está leyendo esto, úsame de máquina del tiempo: ¡escribe! Te vas a enganchar. Es una pasada.

También tengo una familia con dos peques que lo son todo. Uno de ellos viene pisando fuerte: tiene más mundo interior que yo. Cuidadito con él. La otra, todavía le queda camino por andar, de momento, me saca sonrisas cada día. Y un compañero que es tan diferente y tan parecido a la vez a mí, que encontramos el equilibro. Como en la fuerza. Los dos somos superfans de Star Wars. A tope.

Y toco el piano siempre que puedo. Intento hacerlo cada día. Porque me apasiona.

Esta soy yo.

Hola Susanna, lo primero de todo, gracias por dedicarnos unos minutos.

Gracias a ti, por darme la oportunidad.

¿Cuándo comenzó tu afición por la lectura? ¿Con algún libro en especial?

Con dos, en realidad, y lo recuerdo tan nítido que me parece increíble que hayan pasado tantos años. El primer libro que leí por placer fue La historia interminable, de Michael Ende. Me lo compró mi amama (abuela) y me llamó la atención el color de la tipografía, ya que alternaba entre verde y rojo. Era la primera vez que leía un libro del que ya había visto la película y aluciné por la diferencia entre ellos, porque si la película me gustó, el libro me pareció espectacular. No solo mejoraba las escenas que había visto sino que incluía escenas adicionales, escenas que más tarde descubriría que salían en la siguiente película: La historia interminable 2. Ahí fue cuando me di cuenta de que muchas películas de las que había visto eran adaptaciones de libros. Ya no lo olvidé.

Otro libro que recuerdo como un punto de inflexión de mi vida es El Hobbit, que vino algo después gracias a la biblioteca del colegio. Ahí fue cuando me rendí por completo a la lectura.

¿Quiénes son tus autores favoritos?

¡Un montón! Leo de todo, me da igual el género, así que te voy a nombrar unos cuantos: J.K Rowling, Susan Elizabeth Phillips, Lisa Kleypas, Brenda Novak, Samantha Young, Morgan Rhodes, Kristan Higgins, Gaelen Foley, Patrick Rothfuss, Camila Lackberg… 

¿Qué necesita una historia para que sea perfecta?

Sé que los personajes, la ambientación, la narración, el estilo… son importantes. Pero para mí son esos pequeños saltos que te da el corazón al leer ciertas escenas o diálogos los que hacen que la historia sea perfecta. Porque a veces todo lo que he nombrado en la primera estrofa se cumple y son perfectos, pero si no me salta el corazón… me falta algo.

¿En qué momento decides ponerte a escribir?

Cuando Sara y compañía, protagonistas de mi primera (y única) saga, se adueñaron de mi mente y me obligaron a soltarlo todo. Comía con ellos, paseaba con ellos, dormía con ellos… ¡no era vida! Necesitaba soltarlo todo y decidí, en un impulso, abrir una página en blanco de Word. Así comenzó todo.

¿Qué te impulsa a escribir?

Que me encanta hacerlo. Para mí escribir es como ver tu película favorita o leer tu libro favorito, solo que puedo hacer con los personajes lo que me da la gana. Es alucinante. Ríes, lloras, te emocionas… Bueno, menos cuando ellos tienen algo que decir y me cambian los esquemas… que pasa bastante a menudo, la verdad.

¿Tienes algún ‘ritual’ a la hora de escribir?

No, nada. Puedo escribir hasta en la aplicación de notas del móvil mientras espero al autobús. Solo necesito a mi cabeza. Y un poco de música. O un mucho.

¿Cómo definirías ‘En cada canción’?

Desde el primer momento la definí como una historia de amor de verano. Una de esas historias de amor excitantes que duran poco, pero que no se olvidan y que casi todos hemos vivido en algún momento de nuestra vida; ya sea a los dieciséis, a los veinticinco o como simples espectadores de lo que viven otros. Algunas veces, esas historias de verano se convierten en algo más, en días que se suceden y que pareces pasar entre nubes; se convierten en vínculos para toda la vida, aunque pienses que jamás vas a volverlo a encontrar, aunque sabes que esos olores, y esos colores, no volverán. Michael y Penny viven una historia de amor de verano de las que dejan huella, pero el final de sus vacaciones llega y tienen que afrontar una despedida que los dos saben será para siempre, o eso creen... porque el destino tiene algo que decir por encima de nuestras decisiones.

¿Podrías hablarnos del proceso de creación de Mike y Penny?

Mike y Penny llegaron sin avisar. Acababa de terminar de escribir la saga de Sara Summers y tenía decidido tomarme un pequeño descanso dado que llevaba dos años demasiado intensos con Sara. Necesitaba ordenar mi cabeza y decirles adiós a aquellos personajes que me habían acompañado durante tanto tiempo y que se habían apropiado de mi vida. Pero… Recuerdo ir un día en mi coche y verles a ellos, no tenían cara ni nombre, pero se reencontraban en Oxford después de un verano intenso. Y no era un encuentro esperado, más bien todo lo contrario. En ese momento me di cuenta de que tener la cabeza despejada de personajes, diálogos o escenas tendría que dejarlo para más adelante. Creo que duré un par de semanas poseyendo solo yo mi propia mente.

¿Cuál es la escena que más has disfrutado escribiendo? ¿Y la que más te ha costado?

Recuerdo el momento en que Grace le cuenta a Penny… eso que le sucede la noche anterior. Me lo pase genial, me reía yo sola. Y las primeras escenas también, las de Riviera Maya cuando ellos se conocen. Me gustan mucho en general las primeras escenas.

En cuanto a la que más me ha costado, hay cierta escena por el final… tiene tanta carga emocional que reconozco que fue duro.

¿Qué sentiste al terminarla?

Terminar una novela supone demasiadas emociones que se suceden todas a la vez y que van en sentido contrario. Alegría y tristeza. Orgullo e inseguridad. Subidón de adrenalina, miedo… Es una buena forma de darte un buen chute de sentimientos.

¿Ha sido difícil lograr publicarla?

No, una vez ya tuve la experiencia de la autopublicación con Sara (esa sí que fue dura), todo vino rodado. Tenía claros los pasos a seguir y la verdad que los disfruté muchísimo.

¿Cómo es el día a día de una autora?

Hay días caóticos, días normales y días tranquilos. En ese orden. Los primeros los más abundantes. Tengo que compartir la vida de autora con mi otra profesión y con ser madre y el día solo tiene veinticuatro horas. Reconozco que hay días duros en los que te metes en la cama a horas intempestivas y con una carga emocional enorme, pero compensa tanto hacer lo que te gusta en la vida que el mismo nivel de cansancio lo tienes de felicidad. Tengo establecido, más o menos, un horario para la faceta de autora, pero lo más bonito es cuando me lo salto porque las musas me asaltan. Y los mensajes. Los mensajes de la gente contándote las impresiones que se han llevado al leerte son de lo mejor de este mundo. 

¿Tienes algún proyecto nuevo para el futuro?

Sí, tengo dos. Uno ya terminado, pero que está reposando hasta después del verano y otro… del que no puedo adelantar demasiado, pero que me tiene totalmente enamorada.

Muchas gracias de nuevo por tu tiempo, y espero volver a leerte pronto.

¡Gracias a ti! Ha sido un placer.

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